Spring Festival ha conseguido condensar en dos días las emociones que ocupan toda una vida.
Gracias a su variedad, su espectáculo y su personalidad, los artistas han conseguido trasladar a los asistentes exactamente a donde ellos han querido. Lo cierto es que, en mitad del concierto, rodeado de tanta gente, luces y sonidos, cualquier persona habría sentido que aquel lugar, aquel instante, era el centro del mundo.
El festival arrancaba con Carolina Durante, uno de los grupos más de moda de la escena indie. Estos chicos inyectaron una dosis de energía y vitalidad a todos los recién llegados al recinto, a pesar de que el tiempo en un principio no acompañara. Inundaron el escenario y activaron a todo su público que necesitaba el calor de la música. Tanto es así, que pasados apenas diez minutos ya tenían a todo el mundo saltando, bailando, y gritando ‘¡Cayetano!’.
Todo aquel que quisiera seguir disfrutando de las guitarras, las letras sentidas y ese ambiente único que crea la música indie podía permanecer en el escenario Ámbar, el más grande de los dos disponibles, donde tras terminar el primer concierto actuaría Viva Suecia. Este grupo goza de un público muy fiel a su estilo, sus letras y en especial al cariño que le tienen a la música, lo cual se nota en sus espectáculos y en cada una de sus canciones.
Las personas que buscaran descubrir nuevos grupos, disfrutar de la variedad musical que ofrece nuestro país y de las maravillas que puede crear una persona con un micrófono y una mesa de mezclas, encontraron su lugar ideal en el escenario Jägermusic. En este escenario los asistentes pudimos disfrutar de artistas emergentes como Boyanka Kostova, DJ Plan B o Ley Dj, entre otros. También tuvieron su hueco artistas consagrados, concebidos como leyendas por muchos de sus seguidores, como son R de Rumba, productor de Violadores del Verso; o Cookin’ soul, dj y productor español que ha trabajado con artistas de todo el mundo, desde Nicki Minaj hasta Rels B, pasando por De La Ghetto o Nipsey Hussle entre muchos otros.
La noche continuó con la magia de Love of lesbian, uno de los grupos más veteranos del festival, que unió a cientos de voces que acudieron para disfrutar de aquello que les ha hecho únicos desde hace más de diez años. Contando con once músicos en el escenario, consiguieron transmitir todo aquello que deseaban, siendo estrellas de la noche canciones como “Club de fans de John Boy”, “Allí donde solíamos gritar” y “1999”.
Continuó la velada con Miss Caffeina, dando la talla como es habitual, y sabiendo meterse al público en el bolsillo en cuestión de minutos.
Por último, para cerrar la noche del viernes en el escenario Ámbar, los asistentes con más aguante disfrutaron de la actuación de Las Chillers. A este grupo formado únicamente por mujeres, solo se le puede definir con las palabras “energía”, “libertad” y “empoderamiento”. Supieron cómo volver loca a la gente, con clásicos como “Cuando zarpa el amor”, “Ave María” o “Bailando”, versionados a su propia manera, sin pretensiones, simplemente disfrutando y haciendo ver a la gente que no se necesitan grandes adornos o toda una orquesta para dar un buen concierto, basta con pasárselo bien y conseguir transmitirlo.
El sábado arrancó con Carlos Sadness y todo su grupo transportándonos a las playas de Hawaii con su ukelele, sus frutas favoritas y su isla morenita. En ese mismo escenario lo siguió Rozalén, una de las artistas del momento, que consiguió ganarse el cariño del público antes incluso de que terminara la primera canción. La artista supo alternar sus canciones más alegres con otras más sentimentales, añadiendo entre ellas pequeños discursos y experiencias que la hacían más cercana y familiar. De toda la actuación las canciones que más calaron entre el público fueron “La puerta violeta”, tema que trata el feminismo y la violencia machista que sufren muchas mujeres; “Justo”, canción en la que rinde homenaje al hermano de su abuela, asesinado por el franquismo; y “Girasoles”, uno de sus temas más conocidos, una oda a la alegría, el amor y las ganas de vivir.
Mientras tanto, en el escenario Jägermusic, artistas como ‘Ms Nina’, ‘Tanya Bayo’ o ‘Putochinomaricón’, entre otros, nos enseñaban que en esto de la música no está todo inventado, y que siempre puedes darle a lo establecido tu propio estilo, tu propia visión, con un mensaje, una estética y una actitud que muchas veces tienen más valor que todo lo demás.
En el escenario Ámbar continuaban sonando éxitos, en este caso de las Nancys Rubias, que cumplieron con su cometido habitual, hacer bailar a la gente, transmitir felicidad, energía y despreocupación, sabiendo que ese es su fuerte. Más tarde el espectáculo continuó con uno de los platos fuertes de la noche, Fangoria. El público disfrutó de clásicos y nuevos éxitos como “A quién le importa” o “Quién te has creído que soy”, tema que aparece en su último disco. Las actuaciones fueron acompañadas de números de baile, decenas de luces, y vídeos que acompañaban perfectamente a la temática de la canción que estuviera sonando en ese momento.
Para cerrar el festival en el escenario Ámbar, pudimos disfrutar de la locura de Ojete Calor. Este grupo, probablemente desconocido para aquellas personas que no suelan asistir a festivales de música, se dedica a alternar entre sus canciones y pequeños monólogos y chistes que tienen que ver con el tema de la canción. Su punto fuerte está en sus letras, saben contar historias ridículas con sus canciones, soltar burradas que no te atreverías a decir delante de tus padres, insultar y, por increíble que pueda parecer, hacen que suene bien, y que la gente cante sus canciones a pleno pulmón. Prefiero no contar nada más de este grupo, porque gran parte de la gracia está en descubrirlos poco a poco por ti mismo/a, que te sorprendan sus videoclips, que te hagan reír sus frases y que, por suerte, no te identifiques con ninguno de los personajes que aparecen en sus canciones.
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