Se augura una década musical plagada de vientos. Y no de vientos de 100 kilómetros por hora ni de los que maltratan nuestros paraguas en días nublados. Hablo de vientos metales y vientos maderas: trompetas, trombones, saxofones, armónicas y tantos otros especímenes de estas familias.
Antecedentes
Lejos quedan ya los setups clásicos del pop-rock – batería, guitarra, bajo, voz – bandera de grupos como Green Day, Red Hot Chilli Pepers o System of a Down, entre otros, y raro es el grupo que no incorpora vientos en sus filas o, al menos, en alguna de sus canciones. Podemos encontrar antecedentes relativamente lejanos en artistas como Amy Winehouse – con sonidos dignos de Big Band en Rehab – o, en España, Celtas Cortos y Mago de Oz, con temas icónicos que lo son, en parte, gracias estos timbres tan brillantes y sonoros.
El huracán
En la década que abandonamos, los vientos han estado presentes en géneros tan distintos como el Reggae, el Ska, el Rock, el Pop o el “electro chotis con toques New Age, pero tranquilito” con el que se autoidentifica Taburete en su página de Instagram. Y es que este grupo ha sido capaz de instrumentar sus temas – tradicionalmente acústicos – con una trompeta, sin escatimar en solos y demostraciones de virtuosismo. Sin duda, esta decisión es uno de sus puntos fuertes y clave de su éxito exponencial en los últimos años.
En las antípodas temáticas y estilísticas de Taburete se encuentran grupos como Zoo, La Pegatina, Txarango o La Raíz, entre otros, signo de la diversidad de géneros tratada con anterioridad. Estos grupos han sabido rejuvenecer estilos que parecían haber tocado techo con Ska-p y una de las claves es, de nuevo, el aumento de la instrumentación con este tipo de sonidos. Me atrevería a decir que estos grupos no solo han innovado en sus géneros: han creado uno nuevo. Muestra de ello es cómo corea el público las frases de trompeta y trombón en canciones como Lloverá y yo veré o Mari Carmen, como si de un riff de guitarra de ACDC se tratase.
Aires nuevos
El culmen de esta viralización de la madera y el latón se ha alcanzado en la década del 2010 mediante la irrupción en el panorama musical de la M.O.D.A. (Maravillosa Orquesta Del Alcohol). Este septeto nos ha dado una auténtica lección de originalidad y de fusión de estilos. Han jugado con el inédito clarinete, con la tuba, con el acordeón o el saxofón, por no hablar de las cuerdas – guitarras, banjos y mandolinas –, que darían para otro artículo entero.
Mi pregunta con el comienzo de 2020 es: ¿y ahora qué? Pese a lo cambiante de las tendencias musicales, diría que seguiremos escuchando estos timbres durante un tiempo. Quién crea que este tipo de instrumentos no puede llenar salas, festivales y estadios está equivocado. Las trompetas, los saxofones y los trombones se han escapado en masa de los conservatorios y orquestas, y ha sido para quedarse en la música popular.
Daniel Díaz Lajara