El talentoso guitarrista Santiago Campillo estuvo presentando el 8 de abril en Alicante (sala The Funk) el tercer álbum de su carrera en solitario. Un recopilatorio de temas variados llamado Cadillac Blues. En él se incluyen canciones que comparten un espíritu blusero que Campillo ha sabido extraer para adaptarlas de forma extraordinaria a este género en el que se mueve como si hubiera nacido en el sur estadounidense hace un siglo.
Elmore James, Jimi Hendrix, Leño o Joaquín Sabina son ejemplos de lo que podemos encontrar en este disco. Uno imprescindible para los amantes de la llamada y respuesta y las Blue notes.
Concierto
Con 15 minutos de espera sobre la hora programada, Campillo en el escenario empieza a arpegiar los acordes de Sábado noche, versión del tema del pionero del rock argentino Moris. Tras la intro entran el bajo de Oneida James y la batería de Minidrums, sin hacer falta nada más. Santiago se encarga de la parte vocal y Oneida le hace los coros. Una canción muy animada en la que la letra no es más que la excusa para seguir tocando.
La segunda canción es La Fina, de Leño. Entre cada frase le va metiendo adornos a la guitarra, sin mirarla en ningún momento, y sin fallar una sola nota. Santiago Campillo es el ritmo y es el Blues.
La bajista tiene más protagonismo de lo que suele ser habitual en cualquier grupo, sin duda favorecida por la composición de solo tres músicos de la banda.
Desconfío de la vida, de Pappo’s Blues, con una letra clásica de blues y un estilo muy auténtico y melancólico, deja ver que Minidrums tiene ganas de más, que necesita liberarse como lo hace Campillo, estando enjaulado en ritmos demasiado sencillos para él hasta el momento.
El solo es arriesgado, con diferentes registros que terminan de contar una historia que comenzó con la parte vocal.
El público es poco numeroso debido al tamaño de la sala, pero anima como si fuesen muchos más llevados por la energía de lo que ocurre en el escenario.
El siguiente tema lo canta Oneida, con un estilo de cantar más americano y los coros de Santiago. Oneida, además de haber sido la bajista de Joe Cocker durante 13 años, tiene su propia banda: Oneida James Band.
El siguiente es una versión traducida de un viejo tema de Elmore James, The sky is crying, llamado El cielo llora. Santiago te hace seguir los solos como si te costara tocarlos a ti.
Ahora invita al escenario a su amigo armonicista Juan Blas Becerra, conocido por haber colaborado en numerosas ocasiones con artistas y bandas legendarias. Con él tocan El tren de las 16, otra de Pappo, y las que vendrían después. Santiago Campillo hace de todo con su guitarra y pedalera, pareciendo que se multiplicara.
Con un sonido aún más de carretera, siguen con Rodando y cayendo y Hoochie Koochie man, ambas de Muddy Waters, uno de los más importantes e influyentes músicos de blues de la historia.
A este par le sigue la canción que da titulo al disco, Cadillac Blues. Aquí vemos al mejor Santiago Campillo, que en esta canción hace que te olvides del dónde y el cuándo y viajes al otro lado del atlántico para dar una vuelta en su coche.
Stormy Monday, versión de T-Bone Walter, suena mucho más desgarrada con las voces de Oneida.
En Hijo del Voodoo, Santiago versiona Voodoo Child, de Jimi Hendrix. Aquí empieza una larga performance en la vemos un poco de todo: Santiago tocando con tal facilidad que parece que estuviera pensando en sus cosas; luego con la guitarra a la espalda; el primer y único fallo, en hora y cuarto de concierto hasta ese momento, con una nota que no termina de sonarle como debería; una historia que hace reír a la gente para presentar a Minidrums; el esperado solo de batería; la presentación y solo de Oneida; esta misma que presenta a Santiago; y el enorme solo del guitarrista que baja del escenario y se pasea por el público sin parar de tocar, luciéndose con el virtuosismo que posee.
La gente termina de enloquecer con La grange, de ZZ Top. Se despiden, pero vuelven para acabar con un par de temas de M-Clan, banda de la que Santiago fue fundador y compositor, responsable del sonido que los hizo grandes.
Estas canciones son Donde el río hierve y el broche perfecto para terminar: Un buen momento. En esta última canción nos pone a todos a cantar. Agradece a todos por haber ido a verle y se acaba. Santiago sin duda transmite la pura esencia del blues de una forma que no se ha superado en nuestro país. Su técnica y cómo interioriza y se funde con la guitarra hacen que su música fluya de una forma mágica. La sencillez de las letras y la emoción que transmiten hacen que sean pegadizas por partida doble: unas horas de concierto, una semana de música en tu cabeza.
Os dejamos con la galería del concierto: