La noche del 21 de Octubre surgió de nuevo la magia. Alvaro de Luna vuelve a los escenarios, pero esta vez en un concierto exclusivo; en la sala the one donde el arte y el interés por el mismo se unen para dar lugar a un rincón cultural. Así que eso fue lo que ocurrió. Las 22:00 se acercaban y la gente iba ocupando su sitio en su silla para disfrutar del concierto.
Comienzan de improvisto con Juramento eterno de sal, una canción suave y enérgica que hace que todos los asistentes prestemos atención en el momento. Una combinación más que suficiente para que la gente los vea como los verdaderos reyes del lugar. Poco a poco nos iban subiendo con el protagonismo de la batería. La gente lo notaba y cada vez más las miradas estaban atentas a todos los componentes del grupo. Es algo mágico. Cómo la música es capaz de unir a la gente y llegar a mimetizarse, ser el público y el grupo uno. Es mágia.
Pero como es natural, no todo es bueno. Paris nos enseña que todo lo que sube, tambien baja. Con esta canción nos llevan al lado más cariñoso y agitado de la noche. Poco a poco nos van metiendo en una zona más introspectiva, haciendo ver que todos tenemos esa parte de boleros y de reencuentro con Duelo.
Volvemos al positivismo, acerca a la gente con su sexta canción. Tras una bajada a la introspección tenemos que recordar que seguimos en un concierto exclusivo, con lo que tenemos que volver a animarnos. Las letras nos hacen mirarnos entre todos, uniéndonos de nuevo en uno. ¡Qué maravilloso es sentirse vivo con la musica!
Nos recuerdan que la emoción está muy presente y que la gente canta con Alvaro sus canciones. Nos hacen pensar en la parte más filosófica de la noche, tras unos vaivenes de emociones, en nuestras raíces y en nuestra forma de vida. A petición popular, Alvaro de Luna nos deleitó con un bis. Nos quedamos con unas sensaciones de calidez en su ultimo tema, exclusivo y una puesta en escena en la que se aprovechaba todo el espacio y material disponible. Una noche mágica que no dejó descontento a nadie.