El pasado viernes 18 tuvimos la buena suerte de poder disfrutar del maravilloso espectáculo musical que la banda Shinova acostumbra a hacer. Había ganas (y no pocas después del aplazamiento por lluvias) de ver a la banda por tierras alicantinas; la espera mereció la pena. Remarcar además que las ansias de música en vivo hacen todavía más fácil – si cabe – disfrutar de eso que nos gusta tanto: gritar a pleno pulmón nuestra canción favorita del grupo con cientos de personas al lado. Aquí el covid, por un momento, queda en segundo plano. Por supuesto, las medidas de seguridad estuvieron garantizadas por la organización de Muelle 12 y por un público que supo comportarse (aunque las ganas de levantar el culo del asiento muchas veces superan a la prudencia)
Sin más dilación y con gran puntualidad, la banda nos hizo disfrutar de muchas de sus canciones de su nuevo disco: La buena suerte, así como de las que llevan acompañándoles ya años. Con una maravillosa puesta en escena, además de dos grandes pantallas que facilitaban la visualización del escenario a las filas más traseras, el grupo supo apaciguar la sed de música de sus oyentes con Mirlo Blanco; En el otro extremo; ídolos o Solo ruido. Es raro el concierto en el que no estoy en primeras filas; cierto es que aquí me tocó verlo desde bastante atrás. Pero, sorpresa la mía fue verme disfrutar, no solo con el concierto, sino con el canto y el jolgorio de la gente; verlo desde atrás te hace tener una perspectiva muy distinta a la que se tiene desde delante, donde solo ves a algunas personas y al grupo. Pero, desde el fondo se vive la alegría y la magia del público disfrutando. Destacar así la canción con la que se cerró el concierto: Te debo una canción y con la que de verdad vi a todo un público brillar.
Gracias, Shinova, por regalarnos una noche de escape en estos tiempos tan raros.