Llevan consigo el espíritu de la Tierra y del Agua. Son siete artesanos de la música con cerca de diez años de nafta quemada a sus espaldas. Con su gira ‘Salvavida (de las balas perdidas)’ (2017-2019) levantaron a su público americano y europeo, y recorrieron la España más abarrotada de las urbes y festivales y también la más vaciada. Más de 140 conciertos con punto y final en el WiZink Center de Madrid ante 15.000 personas. La Tierra ya ha dado algo más de una vuelta alrededor del Sol desde ese momento, y ahora, La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) presenta su nuevo álbum; del que ya os hablábamos en octubre: Ninguna Ola.
El pasado jueves, 17 de diciembre hablé con Jacobo Naya, que no es de Burgos, sino de A Coruña, y controla los teclados, la guitarra, el banjo y las percusiones. Extracto de Jacobo Naya en 18:53 (Ni un Minuto Más):
María.— Se habla de un cambio en La M.O.D.A. A nivel personal; y al igual que muchísimas personas, he percibido que, tanto las letras, como las melodías, tienen un peso más nostálgico, más sereno que, incluso, se desmarca del folk cañero que veníais haciendo en discos anteriores. ¿Por qué este cambio de estilo en el nuevo álbum?
Jacobo.— Es una evolución. Se puede escuchar un poco en Colectivo Nostalgia, por ejemplo. Nos apetecía buscar la emoción de las canciones sin estar los siete tocando a la vez todo el rato, y eso nos motivaba, y, ya te digo, luego nos dimos cuenta que el hacer Colectivo Nostalgia así nos ayudó a tener una base que fue como la guía de todo el disco. De esto nos dimos cuenta después, pero lo marcó, sí.
M.— Con este estilo es fácil caer en el pensamiento de que Ninguna Ola está totalmente influenciado por 2020. ¿Cuándo nacen las primeras composiciones; los primeros borradores?
J.— Mira, las canciones se empiezan a gestar en 2018; o sea, imagínate. En 2020 lo único que hacemos, digamos, es grabar el disco, pero sí, sí, las maquetas empiezan en 2018 mientras estábamos con la gira de ‘Salvavida’. En 2019 entra Raül Refree a producir las canciones y a trabajar con nosotros; a venirse a Burgos a tocar, a ensayar, a cambiar opiniones, a intercambiar música, a conocernos y a llegar a un punto en común que nos gustaba a todos. Para finales de febrero-marzo, nos vamos a Lisboa a grabar el disco, que se ve afectado por el estallido de la pandemia en España cuando nos quedaban dos días y una canción para terminarlo. En Portugal había muy poquitos casos, pero sí es cierto que el estado de alarma ya lo habían puesto y decidimos volver; volver a casa con una canción en el aire que grabamos más adelante en Andoain (Euskadi); en Garate Studios, que resultó ser La vuelta.
M.— O sea que, por lo que veo, es un cambio premeditado.
J.— Sí (x4). No nos sabemos quedar quietos; ni musicalmente, ni de nuestra actividad. El EP que hicimos con Steve Albini, 7:47 (Ni un Minuto Más), era muy cañero, con un estilo de mucha guitarra eléctrica, casi punk, que no era lo habitual en nosotros. Sin embargo, Amoxicilina lleva desde los primeros discos que sí que es una balada con piano. Entonces, sí es un cambio; porque lo es; porque hemos buscado cosas nuevas y no nos hemos quedado en algo cómodo, pero no lo percibimos como algo peligroso, sino como algo natural.
M.— Tampoco estático, ¿verdad?
J.— Total, yo creo que todo arte y toda manera de expresión está en continua evolución. Ahora estamos con esto. La vida, nuestras influencias y lo que hemos estado escuchando en este tiempo nos ha llevado a hacer esto y a crear esto, pero lo que podamos hacer mañana solo lo sabe mañana.
M.— ¿Por qué «Ninguna Ola«?
J.— Pues mira, el título estaba en el aire entre unos cuantos también pre-pandemia. No tiene nada que ver con las olas, no te está hablando de contagios o de todo el tema con el COVID. Era un título que nos gustaba porque menciona la naturaleza y menciona el constante cambio. El discurso que subyace en todas las letras es que existe un cambio; existe un cambio personal y un cambio en la sociedad, y que ninguna ola es igual, que ningún momento es igual en una ola. Que un personaje en Conduciendo y Llorando, por ejemplo, pasa de describir la atrocidad que puede ser una gran ciudad a las nueve de la mañana, pero el estribillo es pura nostalgia y darse cuenta que el amor; el amor que tenemos hacia las personas, puede salvarnos de todo ese frenesí, de toda esa decadencia y de todo lo que nos rodea. Eso nos gustaba con la analogía con el mar, el océano, las olas…
«El amor puede salvarnos de una gran ciudad a las nueve de la mañana».
M.— ¿Habéis participado los siete en las letras?
J.— Ha sido un disco colaborativo, sin duda, lo más. Es cierto que David tiene el gran porcentaje del peso de las letras, pero no deja de consultarnos y de ponerlas en común.
M.— Dominas los teclados, la guitarra, el banjo y las percusiones. ¿A manos de qué instrumentos podemos escucharte en el nuevo disco?
J.— Menos en percusiones, en todos. Por ejemplo, en Semifinales hay un Hammond, que es un instrumento con el que, digamos, se basa toda la canción, en el piano del estribillo de Conduciendo y Llorando, banjos hay en unas cuantas, guitarras hay en 93Compases; me uno al final del estribillo… Hay un poquito de todo. De todos hay un poquito de todo.
M.— ¿Han surgido otros temas más allá de los que podemos escuchar en el álbum?
J.— Sí… Después de dos años trabajando, sí, sí, llegamos a tener muchas canciones o muchos proyectos de canciones que se han quedado a medias por distintos motivos. A medias o terminadas, eh, pero no han entrado en el disco porque veíamos que, o la temática de la canción no encajaba, o el estilo no acababa de encajar, o viéndolo con el global, decíamos, «esto se escapa un poco del concepto que tienen estas otras diez canciones». De hecho, ahí también nos dimos cuenta un poco de que Colectivo era perfecta para el disco también; que aunque la hubiésemos sacado antes entraba perfectamente en la manera en la que el disco estaba formándose.
M.— ¿Por qué cerráis con ella (con Colectivo Nostalgia)?
J.— No hay una razón concreta; hay muchas. Las canciones se ponen en un orden por muchos motivos; desde lo puramente musical, desde el tono de la canción, la letra… Colectivo al final quedó la última, por un lado, porque era como una celebración de una derrota. La letra es un poco así y nos gustaba eso. Aunque parezca que es muy negativa, al final es como un coro colectivo que está celebrando eso y que, al final, a nosotros hasta nos da un poco de positivismo y optimismo porque como que entre todos los problemas se hacen más pequeños, ¿no?
M.— ¿Hay alguna canción de la que te sientas, u os sintáis, especialmente orgulloso/s?
J.— Jo, pues creo que todavía es muy pronto para decirte cuál es mi favo *nos reímos*. Eh… No lo sé. Por ejemplo, creo que los contrastes que tiene Regresso À Vida; de cómo va hilándose de un momento a otro, cómo empieza con esa guitarra, con David abriéndose en canal y cómo termina de una manera mejor que estaba; de optimista… No sé, a mí me recuerda un poco al momento Yellow Submarine de Los Beatles. Sé que no tiene nada que ver *nos reímos*, pero cuando lo estábamos haciendo me recordaba un poco a ese momento en el que empieza todo a entrar; entra el clarinete y los coros, y tal. No lo sé, esa creo que es una composición muy interesante.
M.— Creo que es admirable que seáis siete cabezas pensantes en el grupo (cada uno con sus particularidades) con nueve años de trayectoria juntos, ¿cuál es vuestra fórmula para lograr el equilibrio; cuáles son vuestros pilares? A la hora de componer, sobre todo.
J.— Mmm… Yo creo que en este punto es mucho la confianza que tenemos entre nosotros. Cómo si alguien lleva una idea se confía en ella o si al principio uno es reacio a algo; a un cambio, a una manera de enfocar la canción o un instrumento, pues, al principio puede costar más o menos llegar a un acuerdo, pero creo que si varios de la banda piensan de una manera y confían en una manera de hacerlo y en un camino creo que es fácil que todos nos demos cuenta del camino que hay que hacer, ¿sabes? Y lo hacemos y, vamos, los siete a muerte en el barco, vamos. Hasta el fin del mundo.
«Los siete a muerte en el barco hasta el fin del mundo».
M.— Quería compartir contigo una reflexión que igual es un poco compleja. Para mí, vuestras canciones; refiriéndome, sobre todo, a las de este último disco, requieren pulsar pausa, hacer una escucha atenta y sentir que ellas también te escuchan a ti. Al fin y al cabo, creo que cada persona las hace suyas, pero sí es cierto que, en ocasiones, resulta más complicado interpretar las letras o dar con el mensaje. Entonces, mi pregunta es, a la hora de componer, ¿priorizáis que hagamos nuestras las canciones o que demos con el mensaje que queréis transmitir vosotros? No sé si es un poco complicada la pregunta…
J.— No, no, no. No es complicada, eh, y la entiendo, eh, y me ha gustado mucho lo que has dicho de que escuches las canciones y que las canciones te escuchen a ti. Me ha parecido muy bonito,
M.— Ay, gracias.
J.— y me ha gustado mucho *nos reímos*. Joder, lo voy a hacer un poco mío, eh. Me gusta… No hay prioridad; es la manera de escribir. Creo que cada artista hace su arte desde la manera que le sale y creo que si se piensa y se sobre-piensa se llega a un punto de autocensura al que nosotros no pretendemos y no queremos llegar. [Jacobo continuó hablando, pero se dieron algunas interferencias en el audio que dificultan su transcripción. Comentó que cree que es bonito y les gusta que, aunque las canciones se hayan hecho de una manera concreta; queriendo decir algo o, a veces, no teniéndolo claro, la magia de la música también reside en la interpretación de cada persona, y cree que eso es parte del sello de La M.O.D.A. y de las letras de David].
M.— Estaréis que os morís por empezar a dar conciertos. A principios de diciembre anunciabais en redes que vuestro plan para 2021 es tocar, «tocar todo lo que se pueda y nos dejen, en el máximo de lugares posibles». ¿Se sabe ya algo?
J.— Estamos trabajando muy duro para hacerlo. Hay cosas que se están cerrando, pero no queremos anunciar nada hasta que sea del 99,99% que se va a hacer en esas circunstancias, con un aforo determinado y con un evento concreto porque, como grupo, y a la vez también como consumidores de música en directo, sabemos que es un rollo comprarte una entrada de un artista y que de repente te lo aplacen porque el Gobierno cierra los eventos, por ejemplo. No queremos que le pase eso a nuestro público y queremos ir con mucha paciencia y ser muy cautos. Ir poquito a poco anunciando y haciendo. Se está trabajando muchísimo para poder presentarlo por toda España y fuera también cuando se pueda, y lo vamos a hacer, vamos, de la manera que nos sea viable lo vamos a hacer porque, como dices, nos morimos de ganas y nuestro hábitat natural es la carretera y el escenario.
«Se está trabajando muchísimo para poder presentar Ninguna Ola dentro y fuera de España».
[ACTUALIZACIÓN: La M.O.D.A. ya ha anunciado un primer concierto en la Sala Barts (Barcelona) el 28 y 29 de abril. Pulsa aquí para más información].
M.— No sé si alguien ha abierto ya el melón, pero al año que viene hacéis diez años de M.O.D.A. ¿Tenéis algo en mente?
J.— Tenemos muchas ideas y muchas de ellas se quedarán en simplemente una conversación de local, ¿no?, pero poquito a poco. Ahora estamos con el disco, que ya está siendo algo maravilloso y la acogida está siendo tremenda. También nos da un poco de vértigo. Pero sí, no te preocupes, van a pasar cosas.
Todas las fotografías que aparecen en este artículo son de la fotógrafa Laura Sisteró.
Autora: María Navarro (@crudo.ig).