La música comienza a sonar pero no hay nadie en el escenario. Para sorpresa del público, Ara Malikian se encuentra paseando entre los asistentes, mientras toca su violín. Esta inesperada aparición marca un precedente de lo que será el resto de la velada: un encuentro cercano y espontáneo.
No fue esta la única sorpresa con la que nos deleitó Malikian y es que el violinista no solo toca el violín, también es un magnífico humorista. Una faceta desconocida para muchos, aunque os aseguro que nada tiene que envidiar a un monologuista profesional. Cuenta con un repertorio amplísimo de historias personales disparatadas. A lo que Malikian asegura que, aunque pueda maquillar un poco o exagerar, todas ellas se asientan en experiencias reales. Siguiendo esta tónica, durante su actuación, hizo reír con sus historias y tocó el violín a partes iguales, abriéndonos las puertas de su mundo personal. Y lo hizo acompañado del piano de Iván Melón Lewis, a quien se refiere sencillamente como Melón. La complicidad de ambos artistas se vio reflejada la armonía musical de sus instrumentos.
Por su parte, Malikian se movía por todo el escenario lleno de energía y vitalidad, ejecutando saltos, giros y patadas.
A partir de la tercera canción y siempre antes de tocar, Malikian nos explicaba en tono humorístico una pequeña historia sobre la temática de la canción. Y como interpretó temas muy diversos, también contó historias muy variopintas. Tenían que ver con bodas tradicionales judías, niños aspirantes a violinistas profesionales que presumían de luthier, nombres inventados para salir del paso, túneles excavados para salir de situaciones, pasiones no correspondidas, viajes en avión estrambóticos o Melón bailando la lambada sin pisar el suelo, entre otras anécdotas. Todas estas historias siempre contadas en primera persona. También hubo dedicatorias a familiares y amigos, críticas sociales y, por supuesto, a la reivindicación de la cultura.
En cuanto a los temas interpretados son de destacar ‘Las milongas de Alfredo Ravioli’, ‘Pisando flores’, ‘Bachelorette (Bjork cover)’ y ‘Nana arrugada’. Esta última, escrita durante el confinamiento y dedicada a nuestros mayores, fue la canción de despedida. La tocó, de nuevo, paseando entre el público.