El pasado 23 de febrero acudimos a la sala Babel (C/ Comercio, 3; 03008 Alacant). La noche empezó de maravilla, pues tras aparcar nos dejaron entrar mientras aún hacía pruebas de sonido el grupo Animals de Séquia; un avance de lo que escucharíamos unos
minutos después.
La primera actuación empezó más tarde de lo previsto, pero nadie se sorprendió demasiado. Todas sabemos que estas cosas nunca van a la hora, ¿no?
Pese al retraso no se oyó una queja, y menos cuando Animals de Séquia salió, con toda la fuerza para hacer crítica a la monarquía, la religión, la política y el machismo. Imposible negar que su mensaje tenía poder, y el público se movía al son de la revolución. No dejaron ningún tema controvertido sin tocar y, por supuesto, en más de una ocasión transmitieron su mensaje en valenciano, como buen grupo de punk rock de la “terreta”.
Desgraciadamente, el tiempo pasó rápido y el horario no perdona. Con el deseo de una última canción tuvieron que marcharse del escenario para dar paso al siguiente grupo: Astral Experience.
Desde luego en la sala se respiraba el buen rollo desde el primer momento; sin embargo, en esta actuación la cosa fue más allá; los chupitos se repartían desde el escenario a los que se acercaran a ver más de cerca las guitarras rugir. Sin duda, el público se divertía.
Antes de que los integrantes de Wurdalak subiesen al escenario, los pudimos ver disfrutando entre el público de la música de Astral Experience, y una vez que ellos acabaron los roles cambiaron y se quedaron a ver la actuación de sus compañeros.
Wurdalak no decepcionó a sus fieles seguidores. La veterana banda hizo una pausa en su actuación para compartir un momento muy emotivo, recordando un poco de sus 20 años en activo y agradeciendo una noche tan especial a su público, que cantaba al son de todas sus canciones. Presentaron su nuevo disco, con un título de lo más informativo: “6”, por ser el sexto disco y en honor al número de miembros de la banda, que, pese a todo, han conseguido mantenerse tantos años y a un excelente nivel. Tal fue el éxito, que pese a ir con el tiempo pegado, pudieron tocar una canción más de lo previsto. ¿Quién se atrevería a negárselo a los fans?
Por último, Traxilium entró en escena. Las horas no acompañaban, pero los que aguantamos hasta el final tuvimos la oportunidad de presenciar un auténtico concierto de melenas, ya fuesen las del público o la del bajista. Todos se movían en la marea de pelo como si fuesen u
no, y tal fue la emoción del momento que hasta unos sujetadores acabaron en el escenario y otra ronda de chupitos de “casalla” se repartió entre los presentes.
Fue una gran noche, donde todos los grupos irradiaban alegría y buen rollo, pero cada uno de ellos de una manera muy distinta. No creo que nadie de los asistentes haya olvidado aún ese día, ni lo harán pronto.