Alicante, 10 de julio de 2025 – No hizo falta que Joaquín Sabina pisara el escenario para que la emoción se desbordara en Alicante. Bastó con el videoclip de El último vals, su reciente canción de despedida, dirigida por Fernando León de Aranoa. Cuando en pantalla aparecieron rostros como Joan Manuel Serrat, Leiva o Ricardo Darín, el público rompió en aplausos. Esa ovación marcó el tono del concierto de Joaquín Sabina en Alicante, el primero de los dos.
Las luces se apagaron. En la penumbra apareció el maestro, con bombín, 76 años a cuestas y una silla como única aliada. Abrió con Lágrimas de mármol. “Nos tocó bailar con la más fea”, disparó, en un guiño ácido que hizo reír a más de uno.
Siguieron los clásicos: Lo niego todo, “me echaron de los bares que usaba de oficina”, y Mentiras piadosas, “el azar se parece al deseo”. Luego Ahora que y una Calle Melancolía interrumpida por problemas técnicos. Hasta el sonido pareció emocionarse en este concierto de Joaquín Sabina en Alicante.


Aunque el sonido falló en los primeros compases, la voz del cantautor de Úbeda no defraudó. Más bien al contrario: se sostuvo con dignidad. El público, al principio algo comedido en sus asientos numerados, terminó cediendo ante la emoción compartida.
Cuando sonó el punteo de 19 días y 500 noches, la plaza estalló. Luego Quién me ha robado el mes de abril, y más de uno se gritó esa estrofa “¿cómo pudo sucederme a mí?”. En medio, Sabina agradeció con su ternura ronca: “Vuestros coros me calientan el corazón”.
Donde habita el olvido, Peces de ciudad, Por el bulevar de los sueños rotos. Canciones que duelen. Entre ellas, Sabina compartió recuerdos con Chavela Vargas y una dedicatoria a la familia Manzanares. Cuando llegó Y sin embargo, la plaza se volvió silencio. Era el tipo de canción que no se canta: se degusta.
Calor, móviles y un mar de estrellas
El calor alicantino marcó el inicio del concierto de Joaquín Sabina, pero conforme avanzaban los temas, la brisa y la música disiparon el bochorno. En Contigo, los móviles se alzaron como luciérnagas. Un mar de flashes acompañó la balada más coreada.
La traca llegó tras Nos dieron las diez. Aunque parecía haberse despedido, Sabina regresó con Contigo —“morirme contigo si te matas”— y cerró con Princesa. Sin discursos ni grandilocuencias. Solo Sabina, su bombín, su voz cascada y esa forma única de convertir un concierto en despedida, y la despedida en poesía.

