Los termómetros bajaron más aun si cabe, y no precisamente por el temporal Filomena (nombre digno de tebeo de Ibáñez) sino porque, el pasado 8 de enero, un frío y lluvioso día (casi de película), nos abandonaba, a los 58 años, Javier Hernández Larrea “Boni”, quien fuera cantante, guitarrista y fundador (junto con nuestro querido Enrique Villareal “El Drogas”) del gran grupo de rock español Barricada. Pudo darnos rock durante más de tres décadas, pero el cáncer de laringe hizo que se despidiera finalmente de nosotros.
Con esta gran pérdida ya son varias las leyendas que se han quedado en por el camino y que han hecho que, los amantes de la guitarra distorsionada, el bajo crudo, la batería sonando como si arreglasen un armario por dentro y la voz desgañitándose al grito de «rebelión», nos quedásemos un poco más huérfanos si cabe, sintiendo el frío en nuestros dedos y la congoja aferrada a las cuerdas vocales.
Little Richard, Aute, Pau Donés y, aunque tenga que contener las lágrimas al escribir este nombre, Edward Lodewijk Van Halen… Eddie Van Halen, uno de los padres de quienes adoramos la seis cuerdas, partieron para no volver el pasado y nefasto año 2020, dejando tras de sí un hueco abisal difícil de rellenar y un duro golpe casi imposible de paliar.
Y es que han pasado 50 años desde que el mundo escuchara «Morrison Hotel« de The Doors o «Paranoid» de Black Sabbath, 40 años del «The River» de Bruce Springsteen y del «Ace Of Spades» de Motörhead. Con esto quiero decir que son varios lustros ya, quizá demasiados, los que nos separan de lo que se calificó como «los años dorados» de la música.
En aquella época se forjaron las grandes leyendas, no solo de la guitarra. Figuras como David Bowie (Ziggy Stardust, Aladdin Sane, White Duke), Freddie Mercury, John Bonham, Gustavo Cerati, Enrique Urquijo, Antonio Vega…
Por desgracia, ninguno de los anteriormente mencionados sigue en pie.
Esto crea una sensación de soledad muy amarga en el corazón de quienes, más que amar, VIVIMOS la música.
Dichas leyendas no son sustituidas de forma clara por nadie, acrecentando más si cabe nuestra desazón, y quien diga lo contrario, miente. (sustituid a Little Richard si tenéis arrestos)
El futuro es incierto.
La actualidad en la industria no hace más que matar el talento y, si me permitís la palabra, «prostituir» a la música por un puñado de monedas.
Esto dificulta con creces el nacimiento de grandes leyendas como las de aquellos tiempos. Lo hace casi imposible.
Es por esta razón, por la falta de ídolos de verdad, por la que NO deberíamos dejar de lado ni olvidar a todos aquellos y aquellas que hicieron la música posible, tanto en este país como en todo el mundo. Si les condenamos al ostracismo, les estamos asesinando. Si les enclaustramos en el más profundo de los baúles, les estamos acallando para siempre. Por el contrario, si reconocemos su influencia en la música de hoy día, reivindicamos sus figuras y su labor y hacemos que las radios bramen «me verás volar por la ciudad de la furia», los altavoces bailen al grito de «lucha de gigantes convierte el aire en gas natural» y los móviles jaleen «alguien debe tirar del gatillo» , no habrán perecido, no nos habrán abandonado y seguirán tan vivos como aquel día en que se subieron por primera vez a un escenario y nos regalaron aquellos himnos inmortales que, por suerte, forman parte de la banda sonora de nuestras vidas (y si no es así, ¿a qué esperas?)
Boni fue uno de aquellos que alzaron su voz y se convirtieron en leyenda. 31 años de puro rock dejó atrás (como para no valorarlo) y, como diría Rosendo, prometo estar agradecido.
Salud y Rock & Roll
D.E.P
JAVIER HERNÁNDEZ LARREA «BONI»
(1963 – 2021)