La plaza de toros de Alicante recibió con los brazos más abiertos que nunca a Manuel Carrasco, en el que el propio cantante bautizó como uno de los mejores conciertos de la gira. Unas 7000 personas pudieron disfrutar del octavo disco del onubense en directo, sin perder también la esencia de algunos de sus temas más icónicos.
Las puertas del recinto abrían a las 21:00 pero muchos de sus seguidores más entregados ya hacían cola desde primera hora de la mañana solamente para poder disfrutar de las casi tres horas que duró el concierto desde muy cerca. Y obviamente toda esa espera mereció la pena para todos y cada uno de los asistentes al concierto.
Una noche de verano mágica llena de emociones que arrancó con el primer single de su último disco “Me dijeron de pequeño”, y que siguió con canciones en las que la gente solo quería cantar a viva voz como “Que nadie”, y otras que tan solo querían escuchar la voz del artista junto a su piano, como durante la canción “Mi única bandera”, que fue uno de los momentos más íntimos de la noche ya que las miles de luces del público iluminaban la gran plaza.
Uno de los momentos que más me sorprendieron llegó casi al final del concierto cuando Manuel Carrasco sacó su guitarra y él solito comenzó a cantar una canción inspirada en la ciudad de Alicante que escribió hace unos años. “Alicante un sábado de tardeo…” es la primera frase, que da pie a estrofas inspiradas en los rincones y tradiciones de esta gran ciudad, y por si fuera poco, nos dejó también un trocito de la tradicional canción “La manta al coll y el cabasset”.
El concierto terminó con el tema más esperado “Que bonito es querer”, una canción de amistad, donde tanto el público como el cantante irradiaban pura alegría y entusiasmo al mismo tiempo que sonaban esos acordes tan distinguidos…
En definitiva, un concierto perfecto, un público único, y un artista de la cabeza a los pies como es Manuel Carrasco. Sin duda, es más que recomendable asistir por lo menos a uno de sus conciertos.