Aprovechando que estoy solo en casa, que estoy tranquilo y que me puedo distraer de mis estudios un momento; me he puesto un vinilo de George Michael (Faith, del 87) he preparado un té y me he decidido a escribir por fin este artículo que no quiero (pero debo) escribir. No va a ser largo.
Desde David Bowie, ya a primeros de enero, hasta el mencionado George Michael, a finales de diciembre, durante este último año 2016 nos dejaron muchos artistas. Muchos más de lo que nos esperábamos. Muchos más de aquellos para lo que estábamos preparados.
Algunos tuvieron mucho revuelo mediático, especiales de radio incluidos, como son los casos Prince, Leonard Cohen o (nuevamente) David Bowie y George Michel. Cosa que es normal, habiendo aportado tanto a la música a lo largo sus carreras.
Otros no rellenaron tantas páginas, aunque fueran también grandísimos músicos, véase Paul Kantner (Jefferson Airplane), Glenn Frey (The Eagles) o Maurice White (Earth, Wind and Fire). Hubo, además, dos casos que nos tocaron muy de cerca: Manolo Tena, voz importante en la movida madrileña, y Rick Parfitt, de Status Quo, quienes estuvieron en la Plaza de Toros de Alicante el pasado agosto.
Muchos. Demasiados. Y siento tener que decir que esto no acaba aquí. Cuando busqué en la red encontré titulares como “un año trágico para la música”, “el año de la muerte en la música”, “el año en que la música murió”, y los comentarios no son mejores pidiendo “que acabe ya el año” o “suerte que cambiamos de año de una vez por todas”.
Creo que se está enfocando el tema de forma equivocada. Sí, el 2016 ya terminó y llegó 2017, pero los artistas con los que crecimos siguen cumpliendo años. Las bandas, los guitarristas, los cantantes que nos metieron el gusanillo de la música en el cuerpo ya tienen edad de retirarse, aunque sigan dándole al Rock n’ Roll, y por lo que más quieran, ¡que sigan!.El tiempo pasa, y pasa para todos, y me temo que el año en que acabamos de entrar no va a ser mejor que el anterior. Ojalá me equivoque, pero en 2017 vamos a seguir perdiendo voces.
Ojalá me equivoque…