Queridos lectores:
Estamos ya a mediados de marzo, mes en que se celebra el día internacional de la mujer, conmemorando la importancia de esta en la sociedad y la lucha por la igualdad real y efectiva. Por ello quiero dedicar este artículo a una mujer que en muy poco tiempo ha logrado obtener el máximo reconocimiento musical tanto a nivel nacional como internacional: Rosalía.
A sus escasos 26 años ha logrado lo que muchos con décadas de profesión a sus espaldas no han conseguido. La artista se ha convertido en un reclamo en el mundo musical y fuera de él por sus virtudes personales: su fuerza creativa, su admirable independencia, su visión para el negocio y su personalidad magnética simbolizan mucho para la lucha por el empoderamiento femenino. Su éxito es un paso importante, pero todavía más su talento, lo que inspira ella sola con su forma de ser y las decisiones que toma.
Me atrevería a afirmar que a estas alturas no hay nadie en España que todavía no haya oído hablar de ella; y es que Rosalía ha supuesto un auténtico fenómeno y ha revolucionado la concepción que teníamos hasta ahora de la música.
Al margen de la polémica sobre si sus canciones son o no flamencas y el amplio debate sobre la apropiación cultural y su trascendencia social, lo que no se puede negar es que esta joven catalana ha conseguido innovar y retar algo que los amantes de la música echábamos de menos últimamente.
Con su estilo atrevido y moderno ha roto fronteras y derribado barreras por doquier. Ha sabido coger el flamenco tradicional y fusionarlo con géneros urbanos, pero sin perder su esencia, consiguiendo que dejara de ser desconocido para muchos y acercándolo a los más jóvenes.
Su propuesta es una mezcla del flamenco tradicional con estilos modernos como el pop, el trap, el hip hop, la música electrónica y la música experimental, y se lo puede categorizar como nuevo flamenco, flamenco-pop, flamenco-trap, pop experimental, worldbeat y música electrónica. Una propuesta que ha sido muy bien recibida tanto por el público como por la crítica. Joan Luna, jefe de redacción de la revista Mondosorno, lo describe como «un pop mainstream de influencia urbana«.
Confieso que, como muchas otras personas, juzgué precipitadamente a esta cantante a la que hoy admiro. Me hice una idea precipitada de ella a partir de canciones como “Malamente» o “Con altura”, que no me entusiasmaron al principio. Sin embargo, a raíz de su imparable éxito en las entregas de premios, de que pusieran su música hasta en la sopa y de que hablaran maravillas de ella y de su música, me sentí empujada a buscar canciones suyas y reproducirlas. “Algo estará haciendo bien” me dije, y acto seguido me limité a observar y escuchar para luego juzgar.
Sin duda fue de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. No tenía palabras para calificar lo que sentía, las sensaciones que me despertaba ni la profundidad de su significado. Tan solo quería cerrar los ojos y escuchar de nuevo cada canción.
Entonces comprendí por qué impactaba tanto su música y por qué su álbum, El mal querer, había cosechado tantos éxitos, entre ellos el gamófono dorado que supone el máximo reconocimiento musical.
Lo siguiente que pensé fue “esto es maravilloso, tengo que compartirlo”. Por ello estoy escribiendo este artículo en el que voy a analizar y explicar su mejor álbum, El mal querer, para que, si aún no lo habéis hecho, podáis comprender por qué es describe como una obra maestra.
Seguro que los más puristas y los que, como yo, aborrecéis el bombo mediático y comercial os mostraréis escépticos ante mi invitación, mas no dejéis que, como dice el refranero español, los árboles os impidan ver el bosque. Detrás del revuelo mediático, el ruido y las redes sociales se encuentra una mujer con muchísimo arte.
Así que coged el móvil, buscad el álbum completo y a medida que vayáis leyendo la explicación de cada canción escuchadla atentamente y embarcaos conmigo en este viaje que os prometo explotará vuestros sentidos y emociones.
El Mal Querer
El mal querer es un álbum inspirado en un libro de autor anónimo del siglo XIV denominado El romance de Flamenca, que relata la historia de una mujer que se casa con un hombre y por celos la acaba aprisionando. El disco, un trabajo conceptual en toda regla, habla del “amor oscuro”, ese querer tóxico que termina por destrozar la autoestima, que hace perder vida.
De esta manera, cada canción es un capítulo, desde Malamente. Cap. 1: Augurio hasta A ningún hombre. Cap. 11: Poder. Todo el disco supone un viaje por fases: desde el enamoramiento inicial hasta los celos, el sufrimiento y, finalmente, el empoderamiento femenino. Con este álbum se invita a la cordura sentimental y a tenerse una a sí misma antes que doblegarse y conformarse con el amor tóxico.
Musicalmente supone una gran innovación porque la artista apela al disco como concepto, a la obra intelectual en conjunto por encima de las canciones sueltas. En estos tiempos de pastiche, Rosalía nos propone por encima de todo escuchar de principio a fin todo un álbum. Nos llama a viajar en esta novela sonora de amor tóxico y liberación femenina, como se ha viajado siempre en los grandes discos. Es de agradecer, pues es mucho más importante de lo que parece en un negocio de la música cada día más superfluo y más entregado a los singles y pelotazos.
Sin embargo, El romance de Flamenca no es la única inspiración, ni siquiera la más importante, habiendo otras como la estética del disco que tanto tira de la imaginería religiosa para otorgar mística, algo tan propio del flamenco. La más trascendental de todas las inspiraciones está en su música, en el contenido de El mal querer. Ahí es donde Rosalía se sale por los costados, aunque haga algo que, como todo, no tiene que gustar a todo el mundo. Rosalía, que ejerce de cantaora, compositora y productora, une magistralmente el flamenco con los ritmos urbanos actuales, bien sean el trap, el R&B contemporáneo o el pop bailable. Es algo en lo que llevaba trabajando dos años y que ha conseguido plasmar con la determinante ayuda de El Guincho, el otro productor del disco.
Otra peculiaridad de esta gran obra es que, como ya mencioné, está dividida en 11 capítulos, de los que cada canción es un capítulo. Y por ello en el título aparece el nombre de la canción y el nombre del capítulo.
Malalente (Cap. 1 Augurio)
¿Alguna vez has tenido la sensación de que no deberías hacer algo porque te va a perjudicar y aún así lo has hecho? Por amor, por obstinación, por esperanza, por confianza, etc. Nuestra protagonista se siente así al ver las señales de toxicidad en su pareja: «esa luz del descansillo que está parpadeando», «ese cristalito roto que sentía como crujía».
El título es muy acertado porque el tema simboliza sin duda una premonición, un vaticinio de lo que va a suceder. Es a la vez un resumen de todo el disco al mostrar desde el principio la tragedia que se avecina.
En mi humilde opinión, las indudables protagonistas de la canción son las palmas y ese Tra tra que ya es todo un grito de guerra. Les acompaña un hipnótico ritmo cercano al trip-hop, con tradición flamenca y samplers unidos. El videoclip intercala los toros, motos, camiones y polígonos industriales.
Que no salga la luna (Cap. 2 Boda)
A ritmo de guitarrica española, palmas, joyas y un rotundo «Si hay alguien que aquí se oponga que no levante la voz» llega la segunda canción del disco.
Inspirada en bulerías y usando recursos flamencos como el cajón de Paco de Lucía se crea una textura de sonido que, en palabras de Jaime Altozano, recuerda a la marcha fúnebre de Chopin; lo cual, teniendo en cuenta la tónica general de la obra, es bastante comprensible.
Nos introduce una novedad y es su propia voz hablada en medio de la canción y la presencia de efectos como el autotune, para dar fuerza y potencia al mensaje.
Pienso en tu mirá (Cap. 3 Celos)
Esta es una melodía sencilla y lírica. Con ella regresa el estribillo potente, dulce, cadencioso y repleto de sentimiento. Nos trae una canción pop que se caracteriza por poseer elementos que no son habituales en una canción pop: un ritmo inspirado en bulerías por soleá, una armonía única por los colores de la canción, una letra inspirada en una cuarteta octosílaba clásica del flamenco.
Las palmas reaparecen en compases de doce y, a su vez, comiéndose en determinados momentos algunos intervalos de la bulería por soleá. La artista samplea un cajón flamenco para otorgarle ese tono grave y trata de sustituir la guitarra por armonías vocales, como el coro de voces blancas que acompaña a la voz de la cantante.
La letra de la canción está plagada de sentimiento, un sentimiento que se logra transmitir al oyente captando de manera genuina lo que son los celos. En el tema, estos se muestran de un modo visceral, humano, poético e incluso primitivo. No los romantiza, sino que revela lo dañinos que pueden ser.
El vídeo tampoco se queda atrás. Dirigido por Canada, comienza con el marido chocándose distraído por mirar a la flamenca (ya vemos cómo se lo comen los celos) en vez de la carretera. En el videoclip anterior, Malamente, el toro era ella (salvaje, encima de la moto) que se dejaba amaestrar por el torero. Ahora el toro es él, agresivo, impulsivo y dominante. Durante los coros se ve a los hombres (incluso al niño) con heridas de bala que crecen en en pecho y más adelante amenazándola con armas cuando intenta huir. Al final se la ve escapando, a él rompiéndolo todo al enterarse y el camión del principio volcado.
De aquí no sales (Cap. 4: disputa)
Sirenas, motores, frenos, fuego, gritos… Son algunos de los sonidos que resuenan en este tema tan experimental; sonidos que son habituales en la música urbana, mas no en otros géneros.
La melodía está basada en ritmo de seguiriya y samplers de sonidos. Es el capítulo con más violencia, y para transmitirla la catalana se vale de todos los elementos posibles. Por ello utiliza unos pregones de Macandé con auto-tune que derivan en unas frenéticas y sensuales bulerías eléctricas.
El vídeo vuelve a ser puro simbolismo que se presta a múltiples interpretaciones. Lo que queda claro es que se trata de una disputa (como su propio nombre indica). Sin embargo, la presencia del lago, el molino ardiendo, los coches, las motos y el hombre en llamas, tienen significados poco claros que prefiero dejar a la interpretación del lector.
Reniego (Cap. 5: lamento)
«Yo río por fuera y lloro por dentro» .
El verso ya nos lo dice todo: el dolor que se siente cuando esa violencia se ha vuelto tu día a día y la necesidad de seguir fingiendo de dientes para afuera. La letra es muy breve, pero cargada de significado.
Reniego es, efectivamente, como saben todos los aficionados, una reunión de las famosas seguiriyas trianeras de Antonio Cagancho que Rosalía enlaza con un cante jerezano con La Paquera como referente. El arreglo para la orquesta de cuerda pone el contrapunto de almíbar a lo amargo de la música y la letra tradicionales.
Preso (Cap. 6 Clausura)
Esta canción es otra muestra del ingenio y creatividad que caracterizan a Rosalía. El tema se compone únicamente del sonido de una guitarra y de un breve monólogo de la actriz española Rossy de Palma. La propia Rosalía afirma que la eligió por la experiencia que transmite su voz, y al escucharla se puede palpar esa verdad.
El monólogo está enunciado en forma documental, de confesión.
«Yo por amor bajé al infierno», «te atrapa sin que te des cuenta» y ese «como subí con dos ángeles» que nos da a entender que habla de dos hijos suyos.
Bagdad (Cap. 7 Liturgia)
El vídeo comienza con la icónica canción Cry Me a River de Justin Timberlake en un local inspirado en un club erótico en Barcelona llamado Bagdad (de ahí el nombre de la canción). Luego se ve a Rosalía entrando en un baño y llorando en la intimidad del cubículo, mientras este se va llenando ella se ahoga dentro.
Inspirada en R&B y flamenco, Bagdad es un compendio de bulerías lentas en las que Rosalía da cuenta de su virtuosismo vocal y de la riqueza tímbrica impagable que posee.
Di mi nombre (Cap. 8 Éxtasis)
Como bien explicó la artista en sus redes sociales, “es una canción hecha en base a las melodías tradicionales de tangos de La Repompa de Málaga«, por eso es el tema en el que más se palpa la cadencia andaluza. Es un ambiente muy flamenco y muy tradicional, pero la estructura es muy pop.
En la canción se celebra el encuentro con el cuerpo amado. En palabras de Rosalía: «Se trata de esa conexión entre dos personas; el momento sexual. La elección de Say my name es porque soy una gran fan de Destiny’s Child y quería rendir homenaje a todos estos artistas que escuché cuando era adolescente.«
Nana (Cap. 9 Concepción)
La canción está compuesta por otras dos canciones de cuna, las primeras dos líneas del verso pertenecen a “A la puerta del cielo” y las últimas dos provienen de “Duérmete niño chico” de Encarnación Marín La Sagallo.
La Nana es un gozoso ensayo de polifonía jonda, la melodía que el gran Bernardo el de los Lobitos legó para el arte jondo. La cantaora introduce alguna modulación inédita que dota a la pieza de una fuerza enorme. La polifonía jonda es el próximo reto del arte flamenco y Rosalía lo sabe. Es sin duda el cante más oscuro del disco pese a tratarse de una tonada infantil. No recurre a ningún otro instrumento musical aparte de su voz distorsionada en diferentes frecuencias, haciendo un coro de su propia voz.
Maldición (Cap. 10 Cordura)
¿Quién nos iba a decir que mezclando un fandango de Huelva, un teclado y unos sonidos de sablazos se podía crear una obra de arte? Rosalía es la respuesta. En este tema continúa con el experimento polifónico, jugando con nuestra cordura y nuestros sentidos.
Rosalía, al igual que Kanye West, ha hecho un sampleo de Answers Me, de Arthur Russell.
La letra y la ilustración la representan a ella con una balanza (símbolo de justicia) tomándose la justicia por su mano. Liberándose.
A ningún hombre consiento (Cap. 11 Poder)
La artista afirma que la última canción del disco fue la primera que compuso. Un tema que versa sobre el poder de una mujer a través de otro cante minimalista e íntimo. Recurre al vocoder para ofrecernos lo mejor de ella y de su voz. Y lo consigue.
Por desgracia todo lo bueno se acaba y, aunque desearía que durase eternamente, hemos alcanzado el final de este viaje. Si habéis llegado hasta aquí supongo que ahora mismo estaréis en un momento de éxtasis sensorial tremendo. Os haya gustado más o menos no creo que haya alguien que no haya sentido nada a lo largo de estos 11 capítulos.
Rosalía se ha acercado sin perjuicios al repertorio tradicional flamenco; con mucho conocimiento y respeto, ya que es absolutamente fiel a las melodías y a las letras tradicionales, situándolas en otro lugar, arrojándoles nueva luz.
Podría pasarme otras 10 páginas hablando de ella; sin embargo, llegados a este punto, no me queda la más mínima duda de que he conseguido mi objetivo; mostraros la genialidad de esta artista, una mujer que ha conseguido llevar la música a lo más alto. Ahora me asaltan algunas preguntas respecto a su futuro: ¿y ahora qué? ¿Qué nos depara Rosalía? ¿Será capaz de mantener el podio y de estar a la altura (una referencia a Con altura) o por el contrario, dado que ya ha llegado a lo más alto, no podemos esperar nada mejor?
En vista del talento que posee la cantautora y de la gran acogida del público, soy optimista respecto a su futuro musical y espero muchísimos más éxitos suyos y muchos artículos míos alabándola.
Para concluir quisiera que cada uno de los lectores pensarais en la idoneidad o ausencia de la misma en el título de este artículo. Seáis más del Barça o del Madrid, de carne o de ensalada, de Mozart o de Daddy Yankee… sigo pensando que hay una canción de Rosalía para cada persona. Habéis sido testigos de la gran versatilidad de esta artista y de su extenso repertorio musical, por ello estoy segura de que existe una canción suya que encaja con vuestra personalidad. Como dato, os diré que la mía es Pienso en tu mirá. Fue un flechazo. Desde que la escuché se convirtió en una de mis canciones favoritas.
Como deberes para casa quiero que, si aún no lo habéis hecho, descubráis vuestra canción y que la disfrutéis en grupo o en solitario, eso lo dejo a vuestra elección.
Espero que hayáis disfrutado de este artículo tanto como yo.
Carolina Malale.