El 18 de julio volvieron a reunirse los piratas en Gandía para embarcarse en la 3ª edición del Pirata Rock, abordando a su paso la playa, cafeterías y supermercados. Toda la ciudad se veía conquistada por aquellos que habían ido a ver los espectáculos que sucederían en el recinto situado en un polígono industrial, donde se habían izado tres escenarios y una carpa electrónica, acompañados por diversas barras y una zona de descanso con puestos de comida, iluminada por luces colgadas a los árboles.
Conforme se acercaba la hora de los conciertos, una larga cola tomaba forma a la entrada del festival para conseguir la pulsera con la que podrían acceder durante los próximos días, mientras que los que ya estaban dentro curioseaban por el lugar en el que pasarían tardes, noches y mañanas.
La espera vio su fin a las 19.30 de la tarde, cuando Suu apareció en el escenario Negrita, pero no todos los que deseaban asistir estaban ahí; acceder al recinto de camping, montar la tienda y conseguir la pulsera eran tareas que llevaban su tiempo, y muchos hubieron de contentarse con llegar cuando tomaba el relevo Ebri knight. Las colas seguían siendo largas, no muchos piratas se encontraban en el escenario Poliakov para cuando empezó el espectáculo, pero eso no impidió a la banda ofrecer un concierto que sorprendería gratamente a todos los presentes. La fiesta continuó con el Columpio Asesino, y, apenas media hora más tarde, el Canijo de Jerez nos haría bailar sin descanso hasta la aparición de la Habitación Roja.
Desde luego era casi imposible seguir la pista de todos los conciertos en los numerosos escenarios, pero merecía la pena intentarlo, pues los estilos contrastaban tanto que resultaba divertido trasladarse cada 15 minutos de un ambiente a otro.
Era prácticamente media noche, y Rozalén salía a las a escena con su vestido negro y su rosa roja, mientras que en la otra punta del festival se preparaba Xavi Sarrià; acompañados por Ebri knight, nos hicieron olvidar a los presentes todo lo que teníamos en mente, pues, entre el ambiente, la música y el discurso antifascista, eclipsaron cualquier pensamiento que no fuese estar el de ahí y disfrutar.
A la 1.30 coincidían dos conciertos; muy a mi pesar, tras el animado inicio dels Catarres, decidí adentrarme en el auténtico caos que Boikot había montado a la otra punta del recinto, donde Julio Maloa saltaba entre llamas y los demás miembros tocaban frenéticamente. El público se enzarzaba en un baile-pelea que resultaba hermoso ante los ojos de los espectadores, que observaban temerosos y maravillados.
Kaze, el rapero más rápido del mundo, salía a escena rozando las 3 de la madrugada, y no sé si era por las horas o por la velocidad de su verborrea, pero no logre entender ni una palabra; sin duda el problema era mío, ya que los presentes cantaban religiosamente palabra por palabra sus letras, como si se tratase de una oración.
El final de la noche se intuía con la aparición de Eskorzo, bizarros y extrañamente hipnóticos, ofrecieron un directo que consiguió con creces mantener despiertos a los que aún tenían energía para seguir la fiesta. Y así llegó el esperado final, donde debería haber actuado Hard GZ, pero debido a un cambio de última hora apareció la Fumiga. Menuda clausura… Mientras amanecía de fondo, todos los que aún aguantaban alzaban las manos y cantaban al son de lo mejor de la música valenciana. Ja ningú volia anar a dormir.
Fotografías:
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