En la edición 2018 de los Oscars, hay un cambio en el papel fundamental que posee la música en el ámbito del cine. Hablando principalmente de dos películas: “Bohemian Rhapsody” y “Spider-man: un nuevo universo”, excluyendo así “Green Book” de Peter Farrelly y “Ha nacido una estrella” de Bradley Cooper y sin entrar en la polémica que siempre encuadra a estos premios con respecto si nos ha resultado satisfactoria la inclusión y premiación de Black Panther, o si Netflix ha utilizado los Óscar, como medio para promocionar la película Roma de Alfonso Cuarón (evita la primera persona, mejor genérico).
Desde la desaparición casi absoluta del cine mudo, se ha comenzado a utilizar la música como un metalenguaje dentro del mismo, llegando no solo a remarcar aún más las emociones que visualmente percibíamos en una pantalla; sino también incluso, a ser utilizada como medio de transición de secuencia a secuencia, o a conseguir que el espectador cree asociaciones melódicas con la aparición de distintos personajes. En lo que respecta a artistas, muchos han actuado a la inversa, intentado enfocar su estilo musical a un videoclip, en los que se pretende simplificar el tema de una canción y recalcar un estilo. Estas simbiosis artísticas algunas veces han salido bien y muchas otras han salido mal.
En el caso de Bohemian Rhapsody dirigida por Bryan Singer que tal vez recuerden por dirigir “X-men: Días del futuro pasado” o “X-men: Apocalipsis”, encontramos que excluye muchos elementos de la vida de Freddie Mercury para adaptarlos al gran público. El primero y más relevante es que la película finaliza con la actuación de la banda “The Queen” en el Live Aid, y no se trata prácticamente el tema de la enfermedad del VIH por la que falleció Freddie Mercury, ni como en sus últimos meses de vida Freddie Mercury siguió componiendo pese a su fatídica condición. A su vez, el tema de su sexualidad se intenta enmascarar con su estrecha relación con Mary Austin, evitando temas que puedan herir la sensibilidad de algunos, omitiendo o rebajando aspectos que se encuentren en el marco de su orientación sexual como pudieran ser sus exuberantes fiestas (bastante modestas en comparación con la película). La inclusión de estos elementos, hubiera dejado ver a Freddie Mercury como una figura humana más que únicamente como un icono.
Dejando de lado la línea argumental y centrándonos en lo relevante, el Soundtrack contiene algunos de los temas más reconocidos de la banda: “Somebody to love”, “We will rock you” o “Don´t stop me now”, y sirve para enmarcar ampliamente al grupo si no se tiene un acercamiento previo. Sin embargo, pese a contar con un Soundtrack tan espectacular, visualmente no logra el mismo efecto. En lugar de ello, en muchas escenas de la película, se trata más la relación que mantenía Freddie Mercury con el público y no lo que simbolizaban sus canciones, obteniendo un efecto vacío. No logra que el espectador empatice del todo, ni comprenda porque “The Queen” fue un grupo tan organoléptico, que al fin y al cabo es lo que más nos interesa.
La película de “Control” de Anton Corbijn que trata la figura de Ian Curtis (cantante de la banda “Joy Division”), consigue calar en una atmósfera que hace llegar a comprender porque su estilo fue el que fue, y como se encuentra enmarcado a través de un tiempo y espacio, favorecido todo esto por haber sido grabada en blanco y negro. Al igual en “Sid y Nancy” dirigida por Alex Cox, nos hace sumergirnos en las entrañas del punk, haciéndonos empatizar con la violencia y el tono metálico a través de un escenario cargado y lleno de basura. Buscando un ejemplo más reciente, “Whiplash” te hace amar el jazz, llevándolo hasta un punto álgido, sin tener porque amar el propio género. No hace falta comprenderlo, si no sentirlo.
Así bien, hablando de otras películas que nos ha dejado este 2018, “Spider-man: un nuevo universo” dirigida por tres directores de animación que a primera vista no parecen tener mucha experiencia, han conseguido demostrar al gran público, que canciones como “Sunflower” de Post Malone & Swae Lee, “Hide” de Jude WRLD o “Start a Riot”de Duckwrth, sí pueden secuenciarse bien en una película, pese a ser temas complicados de animar a ritmos tan acelerados y dinámicos. Recuerda a la nostálgica “Interstella 555” que fue íntegramente sonorizada por la banda de Daft Punk.
Pese a lo que muchos pueden pensar al ser una película de animación en un género tan sobreexplotado, como es el de los superhéroes en el marco de Marvel, “Spiderman: un nuevo universo” transmite una nueva brisa a lo que al género refiere, tanto a un marco visual como sonoro. Me cuesta imaginar películas que tengan una relación tan íntima con el soundtrack. Un soundtrack que en general los directores actuales no se atreven a tocar por el marco en que se envuelve su género que toca estilos de hip-hop, rap, trap entre otros; que llevados a imágenes resultan una explosión visual.
Son buenos tiempos para la música dentro de todo el marco de lo audiovisual. “Bohemian Rhapsody” merece ser vista, porque pese a todos sus fallos, sigue recalcando una figura que debe ser re-visualizada. Por otra parte, darle una oportunidad a “Spider-man: un nuevo universo” es sorpresa asegurada (lo mismo mejor impersonal). Debemos destacar además que ya tiene fecha “Rocketmen” una película sobre la figura de Elton John y ojalá el que Hollywood, siga trayendo figuras representativas (y no tan representativas) del rock a la gran pantalla.