Podemos referirnos a la música comercial como aquella destinada a ser consumida como producto, que podemos escuchar constantemente en los bares y discotecas, y todos conocemos por su difusión en los medios de comunicación. Pero, ¿qué implica que un artista o canción sea comercial? Pues básicamente que pueda venderse, rápido y con facilidad. Entonces, esto quiere decir que este producto es de gran calidad, ¿no? Si no, su gran éxito no tendría sentido alguno. Precisamente ocurre todo lo contrario.
La industria musical busca la sobreexplotación de un género concreto. Puede ser el pop, el reggaeton, hip-hop, etc. como ha sido en los últimos años, y es actualmente, los cuales presentan características comunes entre sí. Son temas pegadizos, bailables, fáciles de recordar y “fáciles de digerir” (para unos más que otros). Poseen letras simples que tratan temas banales, como son la fiesta, dinero, diversión, amor, desamor, etc…
Si nos centramos en el ámbito cultural y político, podemos entender, en cierta medida, porque ocurre esto. No compensa que se escuche música con un contenido ideológico o de protesta, contrario a los valores políticos predominantes, ya que el mensaje es contrario al sistema construido históricamente. Por lo tanto, la industria -controlada y subvencionada por el Estado- aportará mayores oportunidades a artistas que no traten temas políticos.
En esto consiste la censura que sufre el arte desde tiempos inmemoriables. Esta técnica de control ha tenido un gran impacto y “éxito” en la industria musical, ya que “corta el grifo” a los artistas que se desvían de lo políticamente correcto. El Punk fue desbancado de la escena musical en los 80’, ya que atentaba contra la “seguridad nacional” según los gobiernos conservadores de EEUU e Inglaterra. Lo mismo ha ocurrido con otros grupos catalogados como “potencialmente peligrosos y con capacidad de adoctrinamiento” por padres sobreprotectores y asociaciones religiosas. Puede que hoy en día suene a cachondeo, pero esa es la razón por la que, a partir de 1985, aparece la pegatina de “Parental Advisory-Explicit Lyrics”
De este modo, han conseguido triunfar los estilos que han sacado a la gente de sus casas los fines de semanas para llevarlos a las discotecas. Música que haga olvidar todos los problemas y haga aguantable el “coñazo” del día a día. Pero música que no trate de cambiar el mundo.
Por el lado de las propias personas, como individuos, en muchos casos, se prefiere la simplicidad. Si ya de por sí, mucha gente no se molesta en pensar o reflexionar sobre ciertos temas, es muy dudable que vaya a escuchar canciones complejas que traten de reflexionar, precisamente, sobre dichos temas. Se prefiere canciones con letras simples, fáciles de entender para que se puedan identificar con la letra sin mucho esfuerzo. Evidentemente, el amor es y ha sido el tema estrella en la industria comercial. Podemos observar como hoy en día no tienes que tener un doctorado para entender las canciones de Bad Bunny o Daddy Yankee (aunque a lo mejor sí para entender su fama).
Del mismo modo, se aprecia más una composición musical más simple que una progresión compleja. Con esto volvemos a lo de antes. Si una canción es simple, suele ser pegadiza y esto significa que mucha gente la escuchará y la recordará (hasta que pase de moda. Si alguien se acuerda del Gangnam Style sabrá de lo que hablo). Como comentaba antes, no se quiere escuchar música que trate temas políticos, y esto se puede ver claramente viendo el “interés” o el “conocimiento” medio sobre política. Paralelamente, muchos géneros musicales han sido acompañados por estereotipos, imposibilitando su valor comercial, como es el hecho de juzgar a personas que escuchan reggae como unos “fumaos” o a los metaleros como satánicos.
Como conclusión, independientemente de la opinión que pueda tener yo o cualquier otra persona sobre unas preferencias concretas, cualquier persona es libre de escuchar la música que le guste y le llene. Pero, a veces, puede estar bien, como ejercicio mental, preguntarse por qué escuchamos un género musical concreto, o por qué otros lo hacen. O vamos, si no ponte a hacer cosas más útiles con tu vida, que al final te vas a quedar sin amigos.