«¿Dónde fue mi inspiración?»
A veces, y solo a veces, nos sentimos minúsculos, sin rumbo, dejándonos que la corriente nos lleve y siendo nuestra mano el único remo que nos conduce lejos por este río que se llama la tristeza. Pero no necesitamos la felicidad, aunque falta nos hace en ocasiones.
Me encantaría contarles a todos mis lectores que, desde el 2016, no he parado de escribir y que fue la época más fructífera de mi jodida vida. Pero realmente mi sed de escritura se convirtió en una tortura desértica, un terreno infértil y sin vida. He sufrido lo que se conoce como el «Bloqueo del compositor o el escritor»; me superó las más de 8.000 visitas en la columna de opinión (según el Google Analytics). Tengo 8.000 amigos que no conozco, y a cada uno de ellos les regalo cada vez que me leen un trozo de mi corazón. Pero llega un momento en el que no tengo corazón para todos.
Cada vez que me ponía a escribir era como vomitar frases y sentir contracciones de un parto con dolor. Con el mero contacto de una página de papel me devolvía arcadas en letras sin sentido y yo sin palabras para ti. Fue entonces cuando sentí la bajada de esta noria denominada vida.
Me llegué a preguntar ¿Quién tiene tiempo de leer a un tío tan antisocial como yo? Entonces abandoné toda forma de creatividad y me fui a ganarme el pan, y me entretuve deambulando entre páginas en blanco que no llegaron a ningún sitio. La frustración y la rabia me trasladaron a lugares de los cuales no aparece el sol. Boxeando contra el aire, gritando en el vacío, apretando los dientes y cerrando mi gran bocaza.
«Sentí la angustia»
Un día, sin fecha ni hora, dejé de sentir la angustia. De repente las palabras brotan de mis dedos, permitiéndome ponerme extremadamente sincero. Y es que me cansé de ser correcto, de ser formal, de ser normal y decidí ser yo mismo. Descubrí el gran secreto y es no escribir para nadie, sino escribir para mí mismo. Es como esa canción de SFDK que se llama Los años muertos que explican como la leyenda supera al mito. Me pasó igual. Mi leyenda me superó a mí mismo.
Seguiré escribiendo contradicción en carne y alma, en piel y karma. Y si me besa la mujer que amo suenan todas mis alarmas, que aunque cada noche sueño con cambiar el mundo con mis humildes frases, cada mañana espero que el mundo no me cambie a mí. No hay café que me despierte de este sueño dulce que es mi vida.
«¿Ahora qué?»
No hay bajadas sin subidas y no hay subidas, sin bajadas. La vida es un círculo, más que un círculo es una noria, más que una noria es un cúmulo de ciclos. Ahora estoy en un ciclo en el cual estoy arriba y no hay nada como estar arriba para relajarte viendo el skyline de tu vida, pero no temo la bajada porque sé que desde arriba no se pueden amar a las personas con quien compartes tu día a día. William Shakespeare digo una vez que hay una energía entre los amantes que se comparte por las yemas de los de los dedos, y esa energía carga mi alma y solo con el alma llena puede escribir las cosas más humanas. Entonces y solo entonces, con esa energía mi creatividad se dispara.
Yo luchaba contra la tormenta y otros soplaron para aumentar el viento.