Como dicen, quien avisa no es traidor, y nosotros no íbamos a ser menos. El sábado pasado nos dejamos caer por el Sótano Indie Club (Elche) con buen motivo, CYCLE, a su más puro estilo, durante algo más de una hora, nos transportó a su mundo de negro, caras serias y sensualidad, donde está prohibido no bailar.
Estaría mintiendo si dijese que llevo siendo fan del grupo desde 2005, lo cierto es que los descubrí en búsqueda de conciertos con los que ganar experiencia en este mundillo, ni siquiera son mi estilo, pero también estaría mintiendo si dijese que me arrepiento. Fue todo lo que esperaba y más. Oscuro, misterioso, con un toque sádico, psicodélico, excitante, sobrio. Hedónico. En su punto.
Después de la odisea para aparcar, llegamos al local. Ser una de las personas más jóvenes, me sorprendió, aunque no tanto como el precio del agua (ejem). Saber que iba a tener que retrasar la vuelta a casa (una hora, que se dice pronto) significó estar mirando cada dos segundos hacia la puerta por si entraban y me lo perdía. Conforme avanzaba la noche, la sala se iba llenando, caían cervezas, una tras otra, y las zonas con sillones estaban completas, pero cuando empiezan a llenar el ambiente de humo, sabes que falta poco. Deberíamos empezar a considerar ir a conciertos un deporte de riesgo, nadie se anda con chiquitas cuando se trata de conseguir un sitio en primera fila, más si eso significa estar a un paso de La China Patino. Imaginad.
Luces azules y rojas intermitentes. Más humo. Sintetizadores y teclado, David Kano. Suena la guitarra psicodélica de Juanjo Reig. Se escucha la voz de Luke Donovan. «Revolution». Paro cardíaco. Sí, La China Patino. Para todos aquellos que duden, es verdad, basta con oírla cantar para considerar su nuevo disco una experiencia vital, y no quiero fardar, pero nuestras miradas se cruzaron durante un momento y, justo entonces, fui feliz. Escribo esto desde el «after».
Si cierro los ojos todavía puedo verlos subidos al escenario vestidos de negro. La China, tan enigmática como siempre, en la derecha, con uno de sus tops (¿cuántos tendrá?) y una capa de vampiro que de vez en cuando le ponía a Donovan (con grito vampírico incluido), en el epicentro. Creo que les vi sonreír una vez, pero no apostaría mi vida en ello. Junto a Juanjo Reig, a su izquierda, parecían lo contrario a la Santísima Trinidad del synth pop, coronados con David Kano en su sintetizador como pedestal, seleccionando los temas sobre la marcha. Aunque, para marcha, la que llevaba una mujer de la primera fila, dándolo todo con tacones. Ese es el espíritu que se apoderó de la sala con canciones como «Be the One», «Confusion!» o «Apple Tree», las cuales no podían faltar.
Desde los bailes exóticos (con erre) y precisos de La China que incluían suicidio fingido en directo, el ambiente oscuro y misterioso, requerido para disfrutar por completo de sus canciones, hasta, como no podía ser de otra forma, la voz de Donovan poniendo la guinda del pastel (nadie canta como él mis canciones favoritas), llegamos al final con «Saturday Girl», ni más ni menos. No hace falta decir que la sala explotó cantando Hey you, Saturday Girl now como si de un mantra se tratase, y el resto, como dicen, es historia.
(A la próxima os apuntáis y no hace falta que os lo cuente. Guiño, guiño, codazo, codazo).
Setlist:
- Revolution
- Perfect Pervert
- Sunset Over the Moon
- Alex the Crow
- Be the One
- Apple Tree
- Yes You Sinner
- Motorcycle
- Spider Embrace
- Mascarade
- Rabbidy Hill
- Grow Some Attitude
- Confusion!
- More
- Saturday Girl
(Espero que cuando me vuelva a tocar pedir la setlist sea a alguien tan majo como David Kano).