Sabes que la noche promete cuando prácticamente tienes que hacer cola para entrar en la sala Marea Rock. Y no era para menos.
Comienza la noche, sala medio llena, sobre el escenario los nada más y nada menos que ocho integrantes de los Kanela En Rama. El grupo subió al escenario claramente con ganas de pasarlo en grande, y no dejaron de dar caña ni un momento. Tocaron con fuerza un ska con tintes de punk desgarrado y dejaron caer algún que otro toque reggae en alguno de sus temas como guinda del pastel. Sus temas tenían un toque gamberro y salvaje, con letras cargadas de crítica social. Acabaron con una versión del conocido tema “La Bolsa”, a la que ellos mismos le añaden en su track list el adjetivo skrotal. (<3)
Sin apenas descanso, subieron al escenario los esperadísimos internacionales Talco. En ese momento la sala estaba a rebosar, todo el mundo se empujaba para tener un mejor ángulo de visión y poder estar más cerca del grupo ¿Quién iba a perderse la oportunidad de tener tan cerca a un grupo de este calibre? Yo, que soy algo más pequeñita, me quedé al final del todo luchando por no morir asfixiada. La emoción se respiraba en el ambiente (si es que podías respirar…)
Una vez leí que el alma de este grupo está en sus directos y bueno, realmente lo demostraron. Los italianos nos ofrecieron un conciertazo de principio a fin. No hicieron falta ni dos minutos para que el público se pusiera a saltar como un loco, haciendo que la temperatura del local subiera hasta límites insospechados. La sala se convirtió en una marea de brazo, codos y gente sin camiseta, mientras los Talco lo daban todo en el escenario, transmitiendo toda la fuerza y la rabia de sus letras.
Los más adeptos del grupo lo estuvieron dando todo desde el principio, pero por supuesto el público realmente se vino arriba con las canciones más conocidas, sobre todo con “Danza dell’autunno rosa” y con su tema estrella, “St. Pauli”. Todo el público coreaba a gritos el nombre, como si el mismísimo equipo se encontrase en la sala, los brazos en alto y caldeando, aún más si cabe, la atmósfera del local.
Al final de la noche, prácticamente todos nos dirigimos en resignada procesión a la playa a quitarnos encima todo ese sudor, tanto propio como ajeno, para seguir dándolo todo a ritmo de ska.
Para conocerlos un poquito más: