Comenzamos un camino en la furgoneta para sellar nuestros pasos en nuestro sendero del exceso hacia tierras donde campea el cierzo; Nos espera un viaje lleno de voces de Héroes del Silencio y Bunbury, cantado y narrado con amistad y armonías de puro rock. Esperamos con ansía llegar a Teruel para, al día siguiente, marchar rumbo mudejar hacia Zaragoza y Belchite.
Nos vamos excitando musicalmente conforme llegamos a esas nobles y frías tierras donde ese viento no hace más que animarte a caminar por las baldosas pintadas de silencio de unos héroes que nunca se olvidarán. Teruel nos acoge con su calor, y nos recibe con nuestro cartel bien grande y con cariño. Montaje, y cena cálida maridada con el vino que llevamos desde Alicante marcado con nuestro logotipo. Momentos previos a un concierto que te llena el corazón de alegría por saber ante quien tocas y la cultura de Héroes que se huele en el ambiente de aquel irlandes. Hay que tocar. Deseamos tocar. Vamos a darlo todo y así ha sido. Nos espera una noche a puerta cerrada, con la gente que ha tenido a gusto estar con nosotros cantando temas rockeros, que acompaño con la batería a momentos, oyendo la pandereta de Roma Rock, los acordes de Nacho Jim, y la mirada atenta de J. A. mientras yo acompaño en voces a Roma, y a Miguel Ángel. Aún queda noche para desgarrar nuestras gargantas. Música, amistad y ambiente rockero. Pocos, pero enormes.
Acabar cantando en las frías calles de Teruel no tuvo precio, junto a buena gente, con una camiseta de un cover de oro que viaja por España y desafía al frío, bajo la chupa de cuero. Pañuelos al cuello y voces bajo las estrellas. Al amanecer, por decirlo así, la via mudejar nos lleva a la tierra de Héroes, donde el cierzo nos recibe con ganas de mover nuestras piernas. Linacero. Gran lugar. Gran historia sobre los inicios de Héroes. Lo que pudo ser. Lo que no fue. Lo que ha sido. La riqueza personal de Enrique y de estos hermanos tan amables de hacernos llegar historias que solamente el inquieto puede averiguar. Nos sentimos halagados de que nos conozcan y nos desee suerte quien se la deseo a los mismísimos silencios que luego fueron gritos de guerra. Alquimia, con la firma de Cesar Drums, dejando en color oro que allí estuvo el Sendero del Exceso. Agradecidos quedan, en mensaje privado, y eso nos honra, pues no lo borrarán. Lo que consiguió la cerveza…
Belchite nos esperaba. Sombras de dolor se ven en el horizonte. Y allí llegamos con ganas de miedos inesperados y con la música por bandera. Reconocimiento de estómagos encogidos donde el dolor y la infamia visitaron de sobra una tierra noble. Nuestros pasos hacen crujir la tierra y las piedras de suelos desterrados, que hacen tener en mente melodías y letras a componer. Tras una noche entre paredes oscuras, tocamos, y disfrutamos de buena comida y buena gente. De nuevo, bar cerrado para los que añoramos el rock de a pie, con cappellas bajo músicas que solamente aprecian los que la sienten en sus venas. Gran personaje nos esperaba allí, Juanan, conocido de Valdivia. Ya era el colofón de un viaje exquisito, donde quedarán nuestras huellas. Donde la noche no deja lugar al día, donde buscas el calor de las armonías y de las panderetas que retumban en la cadena de mis pantalones, mientras guardas en tu memoria las fotografías que enmarcas ya antes de tiempo.
Sin duda, estos viajes te hacen sentir la música, la tierra, el reconocimiento al trabajo bien hecho, y te hacen valorar lo que tienes entre manos. Nos hemos hermanado más aún si cabe. Así que gracias Aragón por escogernos y por dejarnos pisar esas calles mágicas. Siempre vuestros, El Sendero del Exceso. Y, personalmente, César Drums. Os llevo dentro, Teruel, Zaragoza y Belchite. Mil gracias y que os vaya bonito. Larga vida a Héroes del Silencio y al Sendero.
Un abrazo, César Drums.